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Objetivo. Describir lo que se sabe acerca de la prevalencia nacional de la violencia por parte de la pareja íntima (VPI) contra las mujeres en las Américas, en los diversos países y en el transcurso del tiempo, incluida la cobertura geográfica, calidad y comparabilidad de los datos nacionales. 

Métodos. Se realizó una revisión sistemática y reanálisis de las estimativas nacionales de la VPI basadas en la población de 1998 a 2017 en las Américas. Las cifras se reanalizaron para comparabilidad o se extrajeron de los informes, incluida la prevalencia por tipo (física; sexual; o física y/o sexual), marco temporal (alguna vez;
durante el último año) y perpetrador (cualquiera pareja en la vida; pareja actual/más reciente). En los países con tres (3+) rondas de datos, se aplicaron las pruebas de Cochran-Armitage y de ji cuadrada de Pearson para evaluar si los cambios en el transcurso del tiempo fueron significativos (p < 0,05).

Resultados. Se encontraron encuestas elegibles en 24 países. Las mujeres reportaron haber sufrido alguna vez violencia física y/o sexual por parte de la pareja íntima con tasas que variaron desde el 14% a 17% en Brasil, Panamá y Uruguay hasta más de la mitad (58,5%) en Bolivia. La prevalencia de violencia física y/o sexual por parte de la pareja íntima durante el último año varió desde 1,1% en el Canadá hasta 27,1% en Bolivia. La evidencia preliminar sugiere una posible disminución en la prevalencia reportada para ciertos tipos de VPI en ocho países; sin embargo, algunos cambios fueron pequeños, ciertos indicadores no se modificaron significativamente y se observaron incrementos significativos en la prevalencia reportada de violencia física por parte de la pareja íntima durante el último año en la República Dominicana.

Conclusiones. La VPI contra las mujeres sigue siendo un problema de salud pública y de derechos humanos en las Américas; sin embargo, la base de evidencia al respecto tiene deficiencias, lo que apunta a la necesidad de datos de mejor calidad y más comparables, a fin de movilizar y monitorear a la prevención y la
respuesta ante la violencia.

This paper calls for actors working to end violence against children to situate online violence within the broader violence against children agenda. This requires a common conceptual framework that addresses violence in all areas of children’s lives, improved data collection efforts and integrated implementation guidance for prevention.

Understanding risk factors is important to ending childhood violence and meeting Sustainable Development Goal 16.2. To date, no study has examined patterns of risk factors across countries comprehensively for different types of childhood violence, and there is a dearth of evidence of polyvictimization in lower- and middle-income settings. We analyse risk factors of childhood emotional (EV), physical (PV), sexual violence (SV) and polyvictimization for children aged 13–17 from nationally-representative Violence Against Children Surveys across six countries. We examine risk factors at the community-, household-, and individual- levels for each violence type, stratified by gender using multivariable logistic regression models. Across countries, school enrolment increased violence risk among females and males (three countries), but was protective against violence among females (one country), and among males (three countries). Among females, increasing age was associated with increased risk of SV (five countries) and polyvictimization (three countries); among males this relationship was less salient. Non-residence with a biological father emerged as a risk factor for SV among girls. Few or inconsistent associations were found with other factors, including number of household members, wealth, and urban residence. These results underscore on the one hand, the need for country-specific research on risk factors to inform prevention strategies, as well as increased investment in data collection to provide a more complete and robust basis for evidence generation. High levels of polyvictimization highlight overlapping vulnerabilities children face, and may provide insights for policymakers and practitioners in designing strategies to protect children at greatest risk of abuse.